En 1861 la familia Cordovez, proveniente de Colombia adquiere de Juan José Flores varias haciendas en el cantón de Guaranda. Más tarde logra extender su dominio, ocupando tierras pertenecientes a los comuneros o a la Iglesia.
Para la década de 1970 son convocados un grupo de voluntarios de la Operación Mato Grosso (OMG) por parte del primer Obispo de Guaranda, Monseñor Cándido Rada.
Se buscó realizar proyectos de atención social que permitieran mejorar la situación de extrema pobreza de las poblaciones de Salinas, Simiatug y Facundo Vela. Como resultado de este trabajo nace, en 1971, la Cooperativa Salinas Ltda., que cuenta con el apoyo del Señor José Tonello y de Padre Antonio Polo; tiene como objetivo adjudicar a la comunidad las minas de sal, hasta entonces bajo el control de la familia Cordovez; esto, en base a una nueva ley que estipulaba que el Estado era propietario de todos los recursos naturales y reconocía la propiedad legal de las minas a la Cooperativa. Ésta inició la extracción de la sal como un trabajo comunitario que no tuvo éxito, puesto que pronto el precio de la sal bajó por la comercialización de sal marina. Este hecho le obligó a convertirse en una Cooperativa de Ahorro y Crédito; luego se creó la primera planta quesera comunitaria, que cerró tempranamente por problemas en el transporte, la comercialización y el margen de utilidad.
Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio
A finales de 1976, una comisión mixta de los gobierno de Ecuador y Suiza, junto con el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), visitaron zonas con potencial lechero. En febrero de 1978, se firmó un convenio de cooperación entre los dos gobiernos y el 16 de junio del mismo año inició el funcionamiento de la quesería “El Salinerito”; el capital provenía, en préstamo del FEPP y de una donación de la Cooperación Técnica Suiza (COTESU), bajo la dirección técnica del Señor José Dubach (Técnico Suizo); luego se abrió la “Tienda Quesera de Bolívar” en Quito, para la venta de los diferentes productos.
Este proyecto tuvo el apoyo de varias organizaciones, lo que le permitió convertirse en uno de los proyectos comunitarios locales con algún éxito; “la Misión Salesiana, el FEPP y otras instituciones vinculadas a la Iglesia proveyeron asistencia para la organización de empresas de propiedad comunitaria que socializaban sus ganancias, y para la fundación de instituciones participativas que, poco a poco, democratizaron las relaciones de poder político”.
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